El viacrucis de buscar cantos de ofertorio.
¿Cuál fue el caminar de nuestro coro, en cuanto a los cantos para este momento litúrgico? Lejos están los días en los que de jóvenes acostumbrábamos cantar para el momento del ofertorio los cantos que habíamos heredado de los coros anteriores a nosotros. Bien podrían ser cantos que no tenían ninguna conexión con el momento celebrado, pero por costumbre nos habíamos hecho a la idea que tal o cual canto siempre se había cantado de ofertorio… y había que seguir cantándolo en el ofertorio.
El primer paso que dimos hace mucho tiempo fue utilizar para este momento cantos propios del tiempo litúrgico que se estaba celebrando, de manera que si estábamos en Adviento, tendríamos que utilizar un canto propio del Adviento, o Navidad, Cuaresma o Pascua, según fuera el caso, no importa que no hiciera alusión al momento celebrativo (la presentación de ofrendas) pero al menos sí reflejaba la temática y espiritualidad del Tiempo Litúrgico, y eso ya era ganancia. (Obviamente tuvimos que despedirnos con tristeza de muchos cantos que utilizábamos en este momento, pero que no tenía ningún sentido usarlos en la presentación de ofrendas).
Por supuesto que teníamos cantos que tocaban los temas ya mencionados (Pan y Vino, ofrenda, comunidad que entrega sus dones, etc.) pero esos los dejábamos para el tiempo Ordinario, en los tiempos fuertes le daríamos primacía a la temática del Tiempo litúrgico.
En épocas más recientes, cuidamos que el canto de ofertorio siguiera ambos caminos: que por un lado atendiera el momento celebrativo (la presentación de la ofrendas) y que al mismo tiempo respondiera al Tiempo Litúrgico (Adviento, Cuaresma, etc.) de manera que tendríamos cantos de ofertorio de Adviento, cantos de ofertorio de Pascua, etc. Eso complicaba más la situación, pues si hemos dicho que no son muchas las composiciones que responden propiamente al Ofertorio, mucho menos son aquellas que responden tanto al momento del Ofertorio y al Tiempo Litúrgico. Así que tendríamos que seguir echando mano de cantos que al menos tocaran la temática del momento litúrgico.
Toda esta búsqueda, en el afán de contar con un repertorio para este momento, tendría su punto de inflexión el día en que hicimos lo que debimos haber hecho desde el primer momento: Consultar la Instrucción General para el uso del Misal Romano (IGMR), la cual establece las “normas” para cantarlo (caray, nunca lo había pensado: yo quebrándome la cabeza buscando cantos de ofertorio toda mi vida y nada, que la Iglesia ya tenía “normas” para estos cantos… ¡y normas que no conocía!.. y más aún: ¡normas que me sorprendieron!). Pues bien, vayamos a la IGMR en su número 74:
“Acompaña a esta procesión en la que se llevan los dones, el canto del ofertorio (cfr. n.37 b), que se prolonga por lo menos hasta cuando los dones hayan sido depositados sobre el altar. Las normas sobre el modo de cantarlo son las mismas que para canto de entrada (cfr. n. 48).”
¡Ah caray!, ¿también el canto de entrada tiene sus normas? Pues bien, me fui al número 48 de la IGMR:
“Se puede emplear, o bien la antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale Romanum o en el Graduale simplex, o bien otro canto que convenga con la índole de la acción sagrada, del día o del tiempo litúrgico,[55] cuyo texto haya sido aprobado por la Conferencia de los Obispos.”
1. La antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale Romanum.
2. La antífona con su salmo como se encuentra en el Graduale simplex.
3. Otro canto que convenga con la índole de la acción sagrada (momento del ofertorio).
4. Otro canto que convenga con la índole del día que se celebra (Solemnidad, Fiesta, memoria, etc.).
5. Otro canto que convenga con el tiempo litúrgico (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua).
(Estas tres últimas opciones, con la condición de que
el texto haya sido aprobado por la Conferencia de Obispos).
La primera, el idioma: Es cierto, resulta que los cantos del gradual romano son todos (pero en verdad, TODOS) en latín. Y aunque sabíamos de antemano que el latín es el idioma oficial de la Iglesia, también es verdad que no es que en la Iglesia lo usemos mucho, de hecho, no lo usamos de ordinario, incluso parecería que lo quisiéramos olvidar y que en muchos casos lo hemos olvidado por completo. De manera que, paradójicamente, cantar en el idioma de la Iglesia para muchos (incluidos sacerdotes y obispos) resulta ser impopular, raro, inapropiado, anticuado, antipastoral por decir lo menos, porque hay quien lo consideraría incluso una herejía moderna. Pues en fin, ese fue nuestro primer obstáculo: vencer ese “bache” mental de nosotros mismos, luego, conseguir que los sacerdotes con quienes compartimos el servicio litúrgico también lo superaran.
La segunda, la escritura musical: Ninguno de nosotros sabe solfeo, ni lectura de nota musical, y en notación cuadrada, menos… pero no hay nada que Youtube no pueda enseñar, imprimimos el canto que queremos sacar del Gradual y luego lo escuchamos una, y otra, y otra, y otra vez en youtube, siguiendo la “subida y la bajada” de los “cuadritos” y con eso es suficiente para aprender el canto. Con el tiempo hemos avanzado, y aprendido que esos “cuadritos” que suben y bajan conforman neumas y melismas (o iubilus), incluso a fuerza de repetir, hemos empezado a leer el tetragrama, pero para empezar a cantar gregoriano ni siquiera eso es necesario, (si realmente lo queremos hacer).
La tercera, el texto del canto: Para mi sorpresa, las antífonas de ofertorio no responden al momento litúrgico, ese fue un quiebre radical en mi apreciación de este canto. Por años se me enseñó y enseñé que el canto de ofertorio tiene que hablar de pan, vino, ofrenda, trabajo del hombre, etc., viene el Gradual Romano y nos presenta un texto siempre tomado de la Sagrada Escritura y acompañado de un salmo, pero... ¿y el pan?, ¿y el vino?, ¿y nuestra ofrenda? a primera vista, nada, no aparecen, sólo textos de alabanza a Dios tomados de la Escritura. En un primer momento desconcierta y en un segundo momento es chocante, podría pensarse incluso que esta situación se debe a que el gradual responde a la estructura litúrgica preconciliar y adolece de los "errores" litúrgicos de entonces, pero, resulta que el Gradual está editado posteriormente y por instrucciones del Concilio Vaticano II y considerando ya la reforma litúrgica, además, lo sigue indicando la IGMR del misal romano en su tercera edición típica que es la vigente, entonces, ¿se les pasó ese "pequeño" detalle a los revisores?
Pero pensándolo más a fondo, ¡tiene todo el sentido del mundo!: el canto de ofertorio acompaña la procesión de ofrendas, la cual está llena de gestos y símbolos: la procesión de las ofrendas, el sacerdote realiza las oraciones del ofertorio en silencio, la presentación de dones por parte del sacerdote, la incensación de las ofrendas, toda la temática del pan y vino están ante nuestros ojos, ya la índole del momento la tenemos presente, sin necesidad de que haya un estímulo auditivo (a sea, un canto) que venga a descubrirnos lo que ya es evidente y obvio porque está sucediendo en el altar; ¿qué queremos cantar en ese momento? ¿un canto que redunde lo que ya tenemos ante nuestros ojos, o presentar al Señor nuestra ofrenda con un cántico tomado de su misma Palabra Divina?.. cuando descubrimos eso y lo entendimos, nos empezaron a saber a poco los cantos que usábamos antes; bien intencionados, sí, algunos incluso muy bellos, pero… la palabra humana de los compositores, comparada con la misma Palabra de Dios que nos propone el Gradual, resulta insuficiente y pequeñita bajo cualquier punto de vista.
Es por eso que ya no resulta un quebradero de cabeza para nosotros estar buscando cantos de ofertorio, el Gradual ya tiene la respuesta, semana a semana, y si alguna vez la antífona propuesta nos parece muy complicada, nuestra Madre la Iglesia nos consciente ofreciéndonos en el graduale simplex una opción más acorde a nuestra posibilidades vocales, quizá esta otra opción no será la mejor, pero si la segunda mejor según la IGMR, mucho mejor incluso que los cantos que hablen del momento litúrgico, el día o el tiempo litúrgico, con todo y que éstos últimos siguen siendo correctos, pero… ¿Por qué no buscar ofrecer a Dios lo mejor?