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sábado, 10 de septiembre de 2016

Marcha a favor de la familia.

        No es poco lo que nos estamos jugando. Por primera vez en nuestra nación se presenta una iniciativa de ley que intenta imponer la ideología de genero y su adoctrinamiento mediante el sistema educativo nacional, siguiendo la tendencia de todo occidente que pretende, en aras de un malentendido sentido de tolerancia, reinventar el concepto de familia para aplicarlo a toda clase de sociedades de convivencia.

         Varias organizaciones de la sociedad civil, que creen en el modelo de familia encabezado por un hombre y una mujer que se aman, han organizado marchas en más de 100 ciudades del país para manifestar nuestro apoyo a la familia.

      Muchos han atacado esta iniciativa con diferentes argumentos: estamos en el siglo XXI, deberían marchar en contra de la pederastia, es muestra de gente retrógada, y un largo etcétera.

      Y aunque no es la Iglesia Católica quien la organiza, (de hecho la apoyan también grupos evangélicos), se considera que esta es una marcha catolica. Pues bien, repito, ni es poco lo que nos estamos jugando como para estar indiferentes o rechazar la invitación sólo por considerar que quien organiza no tiene la autoridad moral para hacerlo, que la tiene, y no poca. Fuera la Iglesia o fuera otra Institución, toda la sociedad debería participar, porque debemos decirle al Gobierno, de la única manera que parece entender, varias cosas:

- Que desde que el Hombre es Hombre, la única forma natural para que la pesona humana nazca, crezca y se desarrolle ha sido la familia, una familia encabezada por un hombre y una mujer que tienen como misión primordial custodiar, mediante el amor y la educación, el tesoro de sus hijos.

-  Que aunque nadie se opone a que existan personas que de manera privada decidan establecer estados de convivencia diversos a la familia, nunca podrán equipararse esas relaciones de convivencia a una familia, hacerlo sería como decretar que el jugo de manzana a partir de ahora será igual al jugo de naranja y se le podrá llamar jugo de naranja indistintamente, sólo porque la ley lo dice. Esto nos lleva al siguiente punto:

-  Que es el Hombre, las familias y la sociedad quien define las atribuciones, ser y quehacer del Estado y no el Estado quien define al Hombre, a la familia y a la sociedad. Al pretender hacerlo, el Estado se está extralimitando en sus funciones.

-  Que un Estado que intenta por decreto ir en contra de la familia redefiniendola, atenta contra la sociedad que le ha otorgado la custodia de lo que conforma su célula primaria, traicionando la encomienda que de ella ha recibido.

- Que yo, como padre, decido la educación de mis hijos y NO es el Estado quien decide lo que mis hijos recibirán de educación respecto a lo que es el Hombre, frente a la muy de moda ideología de género.

- Que un Estado que no entiende eso, no está lejos de convertirse en un Estado totalitario, por muy democrático que se diga ser, tan totalitario como la Inglaterra de Enrique VIII, la Alemania de Hitler y el régimen soviético, porque ellos pretendían definir lo que las personas debían creer y pensar.

Así que mientras otros esperan una marcha que se acomode a su forma de pensar, yo saldré a dar la cara por mis hijos, por mi familia y por mi sociedad. El día que se pretenda legalizar el "derecho" a la pederastia, para que deje de ser un crimen (como se está haciendo por el aborto o la eutanasia) tenga por seguro que su servidor y conmigo toda la Iglesia (pastores y fieles) saldremos a las calles como lo hemos hecho antes, cómo lo hacemos ahora.

Y aunque tengo todo el derecho a defender mi postura con argumentos que me da mi fe, he decidido sólo exponer algunas de las ideas filosóficas, sociológicas y políticas que sustentan por sí mismas mi postura, para que no se crea que la defensa de la familia corresponde sólo a los católicos, es un principio que define al Hombre mismo frente al Estado y que todo hombre, como usted o como yo, debería defender.

sábado, 25 de junio de 2016

Cuando la noche cayó en Orlando.

         Siempre he pensado que si hoy el Señor volviera a este mundo, no en la majestad de su gloria, como lo esperamos todos los que aguardamos su regreso al final de los tiempos, no así, sino de la misma forma en la que bajó hace dos mil años: humildemente y con su mensaje de misericordia, amor y perdón.

         Siempre he pensado, repito, que si el Señor volviera a este mundo, no comería con publicanos y prostitutas, no; lo más probable es que buscara la compañía de homosexuales, lesbis y transgenero, sin culparlos, sin señalarlos, sencillo, viéndolos como lo que son en realidad: personas con virtudes y méritos excepcionales.

          Y tal como entonces, quienes se consideraran religiosos y amantes de Dios se escandalizarían por su actuar e incluso cuestionarían su autoridad moral, hasta llegar al extremo de buscar deshacerse de él para evitar el mal ejemplo.

          Estoy convencido de ello, ¿por qué nos sorprendería que nuestro Dios siguiera siendo el mismo Dios de hace dos mil años, el Dios de siempre? Él, que es la perfección sin tacha; Él, que es el Sumo Bien en sí mismo; Él, que descubre manchas en las mismas nubes del cielo y que había venido a estar cerca de sus hermanos, los hombres; Él, que ama a los pecadores hasta dar la vida por ellos, ¿podría dejar de buscar a los que son apartados, a los que son señalados, a los que son excluídos? Yo no lo creo.

          Y al igual que entonces, aunque no todos los publicanos se convirtieron y no todas las prostitutas cambiaron de vida, no por eso Jesús dejaba de llamarlos a estar con él y a volver su vida de cara a Dios; hoy también, muchos seguirían orgullosamente su estilo de vida, sin encontrar en la mirada del nazareno la llamada de un Dios que los quiere para sí y sin embargo, Jesús los seguiría llamando, los seguiría amando, porque el amor se da, no se vende a base de buenas acciones.

        Con esto, no pretendo justificar el estilo de vida de nadie, tampoco Jesús lo hizo cuando se quedó a comer con Zaqueo, al contrario, lo buscó para que dejara su anterior vida: pero lo hizo invitando, no condenando.

        No, no me extrañaría que nuestro Señor buscara a los grandes pecadores, no me conviene siquiera pensar otra cosa, porque yo soy uno de ellos y no tengo por qué lanzar la primera piedra.

        Pero lo que Jesús sí hizo fue dejar bien clara la verdad, aunque doliera: El plan de Dios en un principio era que el hombre se uniera a su mujer y formaran los dos una sola carne que no podría separarse ya. Dios los quería uno a él y a ella, aunque muchos,  con la mismísima ley de Moisés en la mano, sostuvieran que tenían el derecho a divorciarse, a ellos les dijo: "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre". Jesús era misericordioso, sí, pero no podía faltar a la verdad, aunque no fuera políticamente correcto.

         Por eso, estoy convencido que, si bien Jesús buscaría y conviviría con la comunidad LGBTTTI en plan Dios, como sólo él sabe hacerlo y que llamaría hipócritas y sepulcros blanqueados a los que señalaran a sus hermanos como pecadores e indignos, también estoy seguro de que hoy en día, Jesús diría con Verdad: "El plan de Dios en un principio fue que el hombre se uniera a su mujer" y si ustedes, con las leyes en la mano proclaman que tienen derecho a formar una familia dos hombres o dos mujeres, Yo les digo: "En un principio, el plan de Dios no fue así". Por eso, aunque no juzgo a mis hermanos con preferencias sexuales diferentes a las mías (sólo Dios juzgará a todos al final) no puedo faltar a la verdad y aceptar el mal llamado "matrimonio" entre personas del mismo sexo, porque no responde al plan original de Dios, disculpen, en conciencia, no puedo.

         Para terminar, me escandalizó el comentario de un pastor protestante que se hizo famoso en Florida por decir, palabras más, palabras menos: "No me entristece la matanza de Orlando, al contrario, siento que ahora este país es más seguro, lamento que ese hombre no terminara el trabajo y los matara a todos" y continuaba: "me gustaría que el gobierno los agarrara a todos, los pusiera contra la pared y les volara la cabeza". Lo que más impotencia me dio fue saber que como él, muchos "cristanoides" piensan que lo sucedido aquella noche fue un castigo merecido.

             A esos tales, les tengo una anécdota que le sucedió a Jesús, nuestro Maestro, y que nos muestra cómo reaccionaría Jesús al conocer lo que sucedió hace unos días en Orlando. (Lucas 13,1-5):
      
              Llegaron unos a decirle a Jesús que Pilato había mandado matar a unos judíos en el mismo Templo de Jerusalén. Jesús les respondió: "¿creen acaso que aquellos judíos por haber muerto así eran más pecadores que ustedes?, les aseguro que no y si ustedes no cambian de vida..."

         Un cristiano nunca podrá alegrarse por la muerte de nadie, mucho menos por la muerte de gente inocente, como las personas muertas en el bar de Orlando.

        Inocentes, sí, porque no merecían morir; inocentes, porque alguien les arrebató injustamente su derecho a vivir y a ser mejores; inocentes, porque nadie puede tirar la primera piedra. Por ellos mi oración y desvelo de esta noche, que no vuelva caer la oscuridad sobre la humanidad como aquella noche, en Orlando.

         

         

lunes, 22 de febrero de 2016

Simplemente pienso diferente.

          "Librepensador" fue un término acuñado a finales del siglo XVII. Establecía que la búsqueda de la verdad debía realizarse desde la capacidad lógica del pensamiento y no desde el establecimiento de dogmas por parte de una autoridad.

           Esta forma de pensamiento representó un rompimiento frente a la doctrina moral y teológica de la Iglesia: ya no se aceptarían las verdades establecidas por la autoridad religiosa, sino que cada quien quedaría en libertad de cuestionar las verdades hasta entonces inamovibles y de buscar la Verdad con sus propios esfuerzos, mediante la reflexión filosófica y el método científico.

         La Iglesia dejó de ser "Mater et Magistra", (Madre y Maestra) y en México esta forma de pensar desató las pasiones a lo largo del siglo XIX y principios del XX, cuando los jóvenes liberales se plantaron frente a la moral y a las "buenas costumbres" de la sociedad conservadora de aquél tiempo.

         Hoy en día, hay que aceptarlo: para el común de la gente, en gran parte llamados a sí mismos católicos,  la "opinión" de nuestra Iglesia es una entre muchas voces, a veces incluso, es considerada una voz desacreditada.

Hoy está de moda burlarse de las ideas "retrógadas" de la Iglesia.

Hoy está de moda ir en contra de una institución que ha "vivido de la ignorancia de la gente".

Hoy está de moda linchar públicamente a todos los clérigos, acusándolos de pederastas.

Hoy está de moda tachar a los "pro-vida" de hipócritas e insensibles.

         ¿No será que hoy la sociedad se basa en nuevos dogmas; ahora establecidos, no por la Iglesia, sino por los medios de comunicación, el gobierno y las estructuras supranacionales?

Dogmas que establecen que el valor del hombre radica en su capacidad de producir y de consumir.

Dogmas que establecen que todo es permitido, siempre y cuando no "hagas daño" a los demás.

Dogmas que rezan que cada uno puede tener su propia verdad y regirse por ella.

           Si es así, ahora yo reivindico mi derecho a pensar diferente, como antes lo reivindicaban los librepensadores.

Y es que hoy necesitas pensar diferente para escapar del consumismo inhumano que nos asfixia

Necesitas pensar diferente para no creer que todas las doctrinas son buenas en sí mismas.

Necesitas pensar diferente para tomar el Evangelio y regir tu vida con sus enseñanzas, aunque se burlen de ti.

          A la humanidad le urgen personas que piensen diferente, que vayan por el mundo pregonando que para ser libres nos liberó Cristo y que sólo en él encontrará descanso y rumbo esta civilización actual.

           Así que; ante un mundo que establece que el relativismo moral, la interrupción del embarazo, las preferencias sexuales alternativas y la muerte asistida son opciones para el hombre de hoy, yo reafirmo que soy moralista, dogmático y respetuoso de la vida en todas sus etapas. ¿QUÉ LE VOY A HACER?... ¡SIMPLEMENTE PIENSO DIFERENTE!

viernes, 19 de febrero de 2016

Lo que Ciudad Juárez le dio al Papa, al mundo y a sí misma.

                La visita del Papa a Ciudad Juárez fue espiritualmente muy edificante, no sólo por el mensaje que tuvo para nosotros el Santo Padre, fue la misma ciudad la que lanzó un poderoso mensaje al Papa, al mundo, a México y, lo más importante, a sí misma. Lo anterior nos debe llenar de orgullo pero, más importante, nos debe llenar también de esperanza. Por eso quiero poner a consideración algunos detalles que hicieron muy especial la visita a Ciudad Juárez dentro de la visita pastoral de Su Santidad, Francisco.

La recepción más alegre del viaje apostólico.


Esta no sería cualquier bienvenida: una orquesta de niños, un grupo enorme de monaguillos, adultos que los cuidaban, todos en una tribuna impresionante y una explosión de alegría fue la primera impresión del Papa al llegar a esta frontera. El mismo López Dóriga que había cubierto la totalidad de la visita del Papa tendría que confesar: “Es la recepción más alegre que ha tenido el Papa en esta visita”. Al ritmo de “La cumparsita”, un tango tan tradicional en Argentina como en México es “El Cielito Lindo”, se mostró una primer “probadita” de la calidez de esta ciudad.



La ciudad más arreglada para recibirlo.
                No fue la ciudad más bonita que lo recibió. La nuestra, es una ciudad llena de las cicatrices de violencia y años de olvido gubernamental, sin embargo, sí era la Ciudad con más pendones, espectaculares y mantas dándole la bienvenida. Hasta el cielo quiso vestir su más hermoso traje azul, sin una sola nube y el día con clima más benévolo de toda esta temporada invernal, antes de las tormentas de arena de la primavera y el ardiente calor del verano.


El espíritu de acogida de la frontera se dejó ver.
                En el desierto, la hospitalidad es un valor imprescindible: sin ella el forastero puede perder la vida ante las condiciones de la intemperie. Eso hace que los habitantes de estas tierras seamos cordiales con el que viene de fuera, fue hermoso ver como la gratuidad, la amabilidad y la acogida de los juarenses lució en su máximo esplendor.

La ciudad que bendijo al Papa.
                Al llegar al CERESO #3 de Ciudad Juárez, el Papa pasó a un espacio donde estaban los familiares de los internos, los saludaba y bendecía, de pronto se encuentra con una mujer emocionada, seguramente madre de uno de los presos, que en su sencillez, hace lo impensable: en vez de recibir la bendición del Papa, ¡le da la bendición a él!, inmediatamente me recordó el momento en el que, al salir al balcón de la Plaza de San Pedro el día de su elección como Papa y antes de dar su bendición “Urbi et Orbi”, Francisco pidió la oración de todo el pueblo de Dios por él.

Unos reos al amparo de la Virgen de Guadalupe y acompañados de un preso santo.
                El Papa bendeciría la capilla del CERESO #3 de Cd. Juárez, que levantaron los mismos presos y en cuyo interior podían apreciarse, no podía faltar, una hermosa réplica de la imagen de la Virgen de Guadalupe; pero también, y me maravilló, un detalle muy hermoso: la imagen de San Maximiliano María Kolbe, el preso del campo de concentración Nazi en Auschwitz, que daría su vida a cambio de un padre de familia, dando consuelo y sentido al encierro del centro penitenciario.

Una enorme catequesis penitenciaria ofrecida por una interna del CERESO.
                Con una altura teológica alcanzada, no por el estudio, sino por una estremecedora experiencia de vida, una interna del CERESO,  Evila Quintana, abría su mensaje con una denuncia: “Su presencia aquí es un llamado para quienes se olvidaron de que aquí hay seres humanos”, que luego pasaría a una reflexión llena de esperanza. Cuando terminó, el pensamiento fue inmediato: “ni siquiera un obispo podría haber hablado con una profundidad así”, este mensaje dejaría el terreno abonado para que Su Santidad dirigiera un mensaje lleno de amor y misericordia hacia los internos y, al mismo tiempo, lleno de retos a la sociedad para crear estructuras más justas que no excluyan, ni orillen a nadie a infringir las leyes. Cuatrocientos centros penitenciarios de México y Estados Unidos estarían participando en este evento, que el Papa quiso convertir en un Jubileo de la Misericordia para los presos.  

Un báculo pobre para un pastor pobre.
                Un preso le regaló al Papa un báculo de madera, tallado por él mismo, bello, pobre, pero muy digno. El Papa, en cuanto lo recibió, dio instrucciones a su personal, que de momento no conocíamos, pero que se notaban muy precisas y que sólo hasta la tarde descubriríamos: ese báculo sería el que el Papa utilizaría en la Misa de despedida.

Los prisioneros que evangelizaron al mundo.
                Ver el orden de los presos, su silencio, su respeto y lo más sorprendente: quebrarse ante las palabras de consuelo del Papa, fueron un mensaje que, a los que nos encontramos fuera, nos cuestionó. Uno de los momentos más emotivos de ese día sería cuando el Papa se acerca a dos reos, toma la mano de cada uno de ellos, ellos se arrodillan y, con lágimas en los ojos, rezan un momento con el Santo Padre. La sola imagen habría valido por todo el día. ¿Quién no se quebró con las imágenes de reos llorando, perdonando y pidiendo por una sociedad que los ha orillado a cometer errores y los ha excluido? Los reos de Ciudad Juárez, ese día tuvieron un gesto de misericordia para con todos nosotros.

Liderazgo femenino.
                Los juarenses que, tanto en la prisión como en el gimnasio del Colegio de Bachilleres, se dirigieron al Papa, fueron mujeres; ambas, madres de familia. Cada una en su contexto, supo articular un mensaje fuerte y directo, al término de los cuales cualquier juarense debería sentirse orgulloso. Era muy simbólico ver a Deysi Flores dirigirse al Papa, mientras su esposo Jesús Gurrola cargaba a su pequeña hija y cuidaba a su hijo. “Juárez se ha puesto de pie, pero no queremos lanzar las campanas al vuelo”.  Falta de valores, ausencia de los padres en la familia por salir a trabajar, fueron los ejes de un mensaje lúcido y con total conocimiento de la realidad social del mundo del trabajo y el tono más gracioso de toda la visita: “cuidado, si toma agua de Juárez, en Juárez se va a quedar”.

La respuesta en el punto.
Todos nos preguntábamos si llegaríamos a llenar el lugar, una ciudad sí, muy trabajadora, pero que por el mismo trabajo a veces se muestra apática a las iniciativas comunitarias. Una Iglesia que es activa, pero que nunca había dado un testimonio tan grande de fe Y GRANDE EN TODA LA EXTENSIÓN DE LA PALABRA. Veíamos las transmisiones de las Misas en otras ciudades y quedaba la inquietud de cómo nos iría a nosotros. ¡Y lo logramos!, no sólo los ríos de juarenses y visitantes llegaron al punto, sino que la alegría se desbordó, ¡y los gritos! No creíamos que en Juárez tuviéramos tanto: ese coro, esa orquesta y tantos hermanos. Lo dijo Francisco: “¡México es una sorpresa!”, y creo que los primeros sorprendidos fuimos nosotros mismos.

Una voz que clama en el desierto, frente al río.
                Y tenía que ser en Cuaresma, una cruz, un río, una malla y Pedro orando por los que han muerto y por los que cruzan con esperanza de una vida mejor. Una bendición que traspasaba la frontera, llegando a los que estaban detrás de la malla que divide a dos países, pero no a los corazones. Seguramente esa cruz será meta de muchas peregrinaciones, de los migrantes, pidiendo el amparo del Señor en su viaje, pero también de personas que acompañaremos su camino con nuestras oraciones y ayuda.

Un altar de piedra y un Cristo de madera labrada.
                Totalmente austero, propio de la Cuaresma, con tres enormes piedras extraídas de la sierra de Juárez, respetando los colores del desierto. Y un Cristo traído de Belén por el primer Obispo de la diócesis, Don Manuel Talamás Camandari, a quien todos recordamos con inmenso cariño.

La oración.
              El encuentro con los indígenas se había dado el lunes en Chiapas, sin embargo, eso no fue impedimento para que una mujer rarámuri presentara una de las peticiones de la Oración Universal. Más tarde,  el Papa, como regalo para esta ciudad tan lastimada, celebró la Eucaristía con la Plegaría Eucarística de la reconciliación.

El detalle para Nuestra Señora.
                Al final de la Eucaristía, el coro monumental tuvo un gesto muy bonito para nuestra Señora: cantar La Salve, muy tradicional dentro de la liturgia católica. El Papa, que ya se preparaba para salir del presbiterio, detuvo la procesión de salida y, mientras los obispos concelebrantes iban saliendo, se quedó a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe hasta terminar el cántico.

                     La visita pastoral llegaba a su fin, y la producción televisiva  en repetidas ocasiones ponía a cuadro la cruz de los migrantes con el Río Bravo de fondo y el hermoso atardecer de nuestra ciudad en el horizonte… y un helicóptero de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos. No cabía duda: Eso era Juárez, una ciudad que daba testimonio de estar de pie y de una fe acrisolada por el dolor y el desierto.