El segundo dogma mariano que se definió es el dogma de la Virginidad perpetua de María: María es Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
El nacimiento de Jesús de una virgen, tal y como lo anunció el profeta Isaías (Is. 7,14) es confesada desde los primeros tiempos, constan escritos de San Ignacio de Antioquía (años 35-98), San Justino (años 100-168) y especialmente San Irineo (años 130-202) en los que se expresa explícitamente al nacimiento Virginal de Jesús: “... y como la humanidad fue atada a la muerte por intermedio de una virgen (Eva), es salvada por medio de otra; por la obediencia de una virgen (María), la desobediencia de una virgen es compensada" (Irineo,V,19). San Atanasio (297-373) escribió: “Jesús, hecho carne, es engendrado en los últimos tiempos de santa María siempre Virgen”. (símbolo de Alejandría, atribuido a san Atanasio).
De manera que cuando se define el Credo Niceno-Constantinopolitano, nadie disputa la cláusula “nacido de la virgen María”.
Las dudas sobre la virginidad de la Madre de Dios, que se basan aparentemente en algunos relatos del Evangelio han sido a través de los años despejadas por las enseñanzas de la Iglesia, y de santos de la altura de San Cirilo de Alejandría, San Agustín, Santo Tomas de Aquino, entre otros:
En el Evangelio de Mateo 1,25, leemos respecto de José: “y no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo y le puso por nombre Jesús”. Podría pensarse que la frase “hasta que” significaría que no había José conocido a María (que en lenguaje bíblico significa tener intimidad conyugal) sino hasta después de que María dio a luz, por lo tanto, una vez nacido Jesús, José y María vivirían como esposos y tendrían hijos, nada más lejos de la verdad.
Según comenta en su Suma Teológica Santo Tomás de Aquino, la intención de Mateo era dejar claro que José no había tenido relaciones con María antes del parto de Jesús, y es por ello qué el Evangelista tuvo cuidado de alejar esta duda, estableciendo como indubitable que no las tuvo. Pero aún más, el texto en cuestión no quiere decir que después sí, a nosotros nos lo parece por circunstancias lingüísticas del latín, pero la expresión hebrea “ad-ki” que luego se tradujo al griego “heos hou” y al latín “donce” (que en español se traduce a “hasta que”) no significa que después la situación cambie, como sucede en las lenguas que proceden del latín, como el español. La prueba está en el segundo libro de Samuel 6,23 “Así, Mickol mujer de David, no tuvo más hijos, (´ad ki) hasta el día de su muerte”, leerlo en español moderno, nos llevaría a pensar que después de muerta sí tuvo más hijos, cosa totalmente imposible.
La prueba de que María y José tenían intenciones de tener un matrimonio casto, la da el evangelio de San Lucas, cuando una vez que el Angel le ha anunciado a María que será Madre del Hijo de Dios pone en labios de María: “Cómo será esto, pues no conozco varón” (Lc.1, 34) María opone a las palabras del ángel una dificultad: “No conozco varón”, si la intención de María y José fuera tener relaciones, el anuncio del ángel no les supondría ningún problema y María nunca habría hecho tal pregunta. Por otra parte, María podría haber dicho “No he conocido varón (...aún)”, sin embargo utiliza el presente perfecto, “No conozco varón” el uso de este tiempo puede explicarse en el sentido de la decisión de María (y de José, pues ya estaban desposados) de no tener relaciones una vez que vivieran juntos. En ese sentido el “No conozco varón” podría interpretarse como “No quiero, o no puedo conocer varón”.
Cuando Isaías anuncia la profecía del nacimiento virginal del Mesías lo hace manifestándolo como un hecho que está ocurriendo ante sus ojos: “He aquí que la virgen está concibiendo y dando a luz un hijo”. La Tradición de la Iglesia ha entendido este pasaje en dos sentidos: “La virgen está concibiendo” y “la virgen está dando a luz” de tal manera que la Madre del Mesías sería virgen antes del parto y en el parto.
El relato de los hermanos de Jesús, e incluso que se mencionen sus nombres: Santiago, José, Judas y Simón (Mt. 13,55) Desde antiguo se ha aclarado debido a que la palabra hebrea “ash” (hermano) y “ashot” (hermana) se utilizan también para señalar a primos, tío, parientes e incluso pasianos y correligionarios. Abraham llama “hermano” Lot, a pesar de ser su sobrino (Gn. 13,8) Santiago era primo de Jesús, al igual que José (Mt. 27,56; Mc. 15,40; Jn. 19,25) hijos de algún hermano de José (cuñado de María). Judas inicia su carta autonombrándose hermano de Santiago, y siervo de Jesucristo, (pudo haber dicho, hermano de Jesucristo y Santiago y no lo hizo) (Jud. 1) todas estas dudas son originadas por leer la biblia con desconocimiento de la milenaria doctrina cristiana de la Iglesia y desconocimiento de la Biblia.
Pensemos simplemente ¿Qué sentido habría tenido, que Dios hubiera obrado el milagro de un parto virginal, si la virginidad no iba a ser conservada después?
Se entiende por todo lo dicho, que el tercer concilio provincial de Letrán, celebrado bajo el papa San Martín I, en el año 649, definiera: “Si alguno no reconoce, siguiendo a los Santos Padres, que la Santa Madre de Dios y siempre virgen e inmaculada María, en la plenitud del tiempo y sin cooperación viril, concibió del Espíritu Santo al Verbo de Dios, que antes de todos los tiempos fue engendrado por Dios Padre, y que, sin pérdida de su integridad, le dio a luz, conservando indisoluble su virginidad después del parto, sea anatema”
Cerraremos esta reflexión con una bella historia de Egidio de Asís, uno de los discípulos de San Francisco de Asís:
"Un piadoso y docto fraile dominico, habiendo sufrido durante muchos años graves tentaciones contra el dogma de la perpetua virginidad de María, decidió ir por fin al encuentro de un humilde franciscano, que tenía la facultad de apaciguar las conciencias confusas, con la intención de exponerle las tentaciones. El bienaventurado Egidio, iluminado por el Cielo, salió a su encuentro y ya fuera de las puertas del convento, saludándolo, le dijo: «Hermano predicador, la Santísima Madre de Dios, María, fue Virgen antes de darnos a Jesús», y dicho esto golpeó la tierra con el báculo y brotó de ella inmediatamente un hermoso lirio. Volvió a golpear la tierra y repitió: «Hermano predicador, María Santísima fue Virgen al darnos a Jesús». Enseguida surgió un segundo lirio aún más bello que el primero. Golpeó por tercera vez la tierra, replicando: «Hermano predicador, María Santísima fue Virgen después de darnos a Jesús». Y nació un tercer lirio que, en belleza y blancura, sobrepasaba a los otros dos.
Dicho esto, el bienaventurado Egidio se dio la vuelta, sin más, y entró en el convento, dejando a aquel religioso atónito y al mismo tiempo libre de sus violentas tentaciones.
Supo después que aquel fraile era el bienaventurado Egidio de Asís, le tuvo en gran estima y mientras vivió, conservó aquellos lirios como testimonio irrefutable de la perpetua virginidad de María."
Supo después que aquel fraile era el bienaventurado Egidio de Asís, le tuvo en gran estima y mientras vivió, conservó aquellos lirios como testimonio irrefutable de la perpetua virginidad de María."
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